Nací en 1971. Desde muy pequeña solía hacerme preguntas y más preguntas, muchas de ellas tenían origen en mi relación con los adultos. Frases como: “Esto no es para niños”, “Calladita te ves más bonita”, “De por sí, los niños, llegan y hacen desorden”, “Tú no sabes”, me llevaban irremediablemente a preguntar: ¿Qué es todo aquello que sí es para niños? ¿En verdad me gusta eso que dicen que sí es para niños? ¿Por qué callar es sinónimo de belleza? Muchas personas son calladas y no son bonitas, ni agradables. ¿Ser niño es sinónimo de desorden? No todos los adultos son ordenados. ¿Qué es ser niño? ¿Por qué, si eres niño, dan por hecho que no sabes…? Y plantearme esas cosas por supuesto me llevaba a la contraparte y a nuevas preguntas: ¿por qué cuando quiero estar en silencio me obligan a hablar? ¿Por qué pretenden ocultarse y ocultarme situaciones (que a mi juicio son evidentes)? ¿Por qué quieren que yo las oculte? ¿Qué es de lo que sí se debe hablar y por qué, quién decidió que así fuera? ¿Por qué son sólo los adultos quienes deciden? Pero, no todos los adultos son iguales, tampoco los niños somos todos iguales, incluso yo misma estoy siempre cambiando ¿qué pasa si a veces quiero y a veces no quiero hacer o decir algo? ¿A quién, en dónde, en qué momento, en qué lugar, expresar lo que quiero, lo que necesito y cómo lo necesito? Años más tarde, sigo haciendo y haciéndome preguntas. Muchas de ellas tienen origen en mi relación con los niños. Desde hace más de diez años doy talleres de arte y creatividad dirigidos principalmente al público infantil, tengo muchos amigos niños y amigas niñas y ¡tengo una hermosa hija! Quien a lo largo de su existencia se ha encargado de replantearme algunas de las preguntas que yo hacía y de trazarme nuevos cuestionamientos. Año 2008, las circunstancias de la infancia afortunadamente han cambiado. La Convención sobre los Derechos de los Niños ha traído modificaciones determinantes en la relación del mundo adulto con el mundo infantil en los diversos ámbitos sociales, haciendo que los conceptos y las actitudes colectivas se modifiquen, permitiendo un cierto empoderamiento de la infancia. A su vez, el tejido social ha hecho que las diversas instancias gubernamentales planteen políticas culturales en materia de infancia. Los niños adquieren bajo el reconocimiento internacional derecho a formarse un juicio propio, expresar su opinión, a ser escuchado, a buscar, recibir y difundir información e ideas, a la libertad de pensamiento y conciencia, a la libertad de asociación y de celebrar reuniones, a participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento. Este acuerdo, de carácter universal y obligatorio para los países que lo ratificaron, introdujo también el concepto de “interés superior del niño” aplicable por las instituciones públicas y privadas, los tribunales y cualquier autoridad administrativa cuando existen conflictos de intereses, y en los cuales, dichas autoridades deben asegurar que se elija la solución que responda al mayor beneficio y protección de la niñez. Pero todavía queda mucho por hacer… Mi interés por crear espacios para el diálogo, la expresión y el juego, nace del corazón y del cúmulo de experiencias atesoradas a lo largo de mi vida y, muy en especial, atesoradas en la intensa y lúdica convivencia generada en los talleres que he impartido. Es interesante, emotivo, sorprendente observar el proceso y los resultados de la participación infantil: los niños, bien organizados, son capaces de obtener frutos claros, concretos y creativos de su trabajo y además… ¡suelen divertirse en el proceso! En mi experiencia, el aprendizaje resulta más contundente y significativo cuanto más divertido sea. Pero hay algo más que motiva mi interés, la idea de que es posible una sociedad donde el arte sea una posibilidad colectiva y no un mero lujo, una sociedad más justa e incluyente. México es considerado uno de los pocos países megabiodiversos del mundo por el número y variedad de flora y fauna que posee, así como por la cantidad de especies endémicas que habitan su territorio, eso dio como resultado que las expresiones culturales que se desarrollaron en nuestro país fueran tantas, tan diversas y tan ricas como su medio ambiente. En la región de las altas montañas del estado de Veracruz, se encuentra el mayor porcentaje de nahuas del estado. El valle de Orizaba, al ser geográfica, histórica y estratégicamente considerado tierra de paso, ha sido un escenario para la manifestación de diversas costumbres y tradiciones, pero también ha sido fértil espacio para la discriminación. Así pues mi más grande sueño es diseñar, construir, abrir y difundir espacios donde sea posible aprender de forma lúdica e integral, espacios donde se desarrollen habilidades que favorezcan el diálogo, la cooperación, la equidad de género...
La participación de los niños en los diversos ámbitos de la cultura, incluyendo los procesos sociales puede hacer realidad el anhelo de una verdadera democracia.
Nati Rigonni