¡En armonía!

¡En armonía!
Espacios para convivir en armonía.

jueves, 20 de marzo de 2008

Inicia el juego...

Entrar en el juego significa salirse de la vida cotidiana, suspender otras acciones, alejarse en el espacio e introducirse en este hueco. Así lo que era un gran agujero se llena de emociones, nuevas ideas, cierta intriga y encanto y un sinfín de actividades.
El hechicero, el vidente, el sacrificador comienzan demarcando el lugar sagrado... por la forma, es lo mismo que este encercado se haga para un fin santo o por puro juego. La pista, el campo de tenis, el lugar marcado en el pavimento para el juego infantil de cielo e infierno, y el tablero de ajedrez no se diferencian, formalmente, del templo ni del círculo mágico. [...] Si aceptamos [...] la identidad escencial y originaria de juego y rito reconoceremos, al mismo tiempo, que los lugares consagrados no son, en el fondo, sino campos de juego, y ya no se presenta esa cuestión falaz del para qué y del por qué. (Huitzinga, 2000:35-36)

El juego es una actividad fascinante de los seres humanos, presente en todas las culturas y todas las edades del hombre. Su presencia milenaria es inherente al desarrollo humano y a la conformación de actividades culturales relacionadas con el movimiento, la belleza, el arte y lo sagrado. Sin embargo en diversos sectores, la división entre el juego y el trabajo muchas veces relegó lo lúdico al ámbito de "lo no serio" con la consiguiente descalificación del juego, como si se tratara de "cosa de niños"...

Si pensamos en lo común entre el juego, el arte y lo sagrado, podríamos nombrar en primer lugar la cualidad de sustraerse en el tiempo y conformar un espacio propio, ajeno y libre. Los tres ámbitos se constituyen en un alejamiento de la realidad. Se tratan de momentos o espacios en los que las normas que rigen lo habitual quedan temporalmente suspendidas.
Cuando un niño entra en el espacio del juego lo que hace es acceder a una realidad paralela que se construye a sí misma en el juego. El juego es a la realidad lo que los agujeros negros son al universo.

Esta es la característica más importante del juego porque éste se posibilita gracias a la condición simbólica del mundo del hombre: al suspender la realidad del aquí y ahora, pasado, presente y futuro se trastocan; lo imaginario surge y se hace posible el pensar. No hay nadie que pueda pesar algo, problematizarse, hacerse una pregunta [...] si primero no es capaz de imaginar la situación. Lo real es inaccesible al hombre y lo posible se torna posible gracias a que es imaginado. El poder del juego como actividad es enorme y fundamental en el desarrollo del sujeto humano. En el transfondo del pensamiento y de la creatividad humana está el juego.
(Tomado de "El juego como círculo mágico")

sábado, 15 de marzo de 2008

Juguetes

En estricto sentido, los aparatos que dicen a los niños, por ejemplo, “Aprieta ese botón”, “Cambia de pantalla” o “Espera hasta nueva orden”, no son juguetes. Cuando decimos “juguete” nos referimos a cualquier objeto seguro, versátil, manipulable, con la posibilidad de convertirse en cualquier cosa, en lo que sea que los jugadores necesiten, con la posibilidad de trasformarse.

En las culturas del maíz, el olote –la mazorca seca que ha sido desgranada– representa un valioso juguete con múltiples posibilidades. Se puede convertir en muñeca, en carrito, en títere, en pelota para jugar con raqueta como si fuera un gallito de bádmington. Si se le ponen plumas, en pájaro que sale volando por la fuerza de una honda o resortera; con un trozo de tela y un mástil de palo, en barco de vela; en proyectil para jugar sobre una diana pintada en el piso; en pelota de béisbol; en prenda que se esconde para que los otros la busquen; cortado en círculos, en ruedas de locomotora; si se amarran veinte o treinta olotes para formar una plataforma, en una transbordador acuático; con aros incrustados, en peces flotantes que pueden ser pescados con anzuelos; si se cortan en trozos y se pintan con dos colores diferentes pueden ser fichas para diversos juegos. Y hay muchas otras posibilidades, éstos son sólo algunos de los muchos usos lúdicos del olote.

Dentro de este esquema de sencillez, el juego necesita juguetes. Porque la imaginación tiene que expresarse sobre la materia. Porque las habilidades se logran manipulando. Porque los escenarios lúdicos se vuelven sensorialmente estimulantes cuando la vista contempla las hazañas que logran la imaginación y las manos.
Luz María Chapela
(Tomado de “El juego en la escuela”)

miércoles, 5 de marzo de 2008

Monstruo salado

Yo no tenía idea de lo que estaba pasando. Todo estaba oscuro pero podía sentir mi cuerpo dentro del infinito movimiento del agua, podía sentir su fuerza alrededor de mí, podía distinguir su sabor si abría la boca: era tan inmenso, tan contundente, que sentí que si mantenía la boca abierta otro poquito, me ahogaría irremediablemente. Cerré mi boca y apreté los labios. Entonces descubrí que podía respirar en el agua. Me sentí sorprendida y confundida ante ese hallazgo: era increíble estar o ser parte de ese ser inmenso, frío, vivo...
Sí, yo sabía que eso estaba vivo, y podía también darme cuenta de que había otros seres que se movían dentro de él, en la distancia. Hasta mi piel llegaban las vibraciones de lo que yo intuía eran seres marinos. Ellos también sabían de mí pero no se acercaban. Yo no podía verlos pero sabía que estaban ahí. ¿Podrían verme?
¿Cómo es que había llegado al cuerpo de ese monstruo salado? ¿Qué es lo que sonaba como un bombo enrarecido por el agua? ¿Era acaso el sonido del corazón del gran monstruo?
Quise huir. Me moví hacia la superficie. Logré sacar la cabeza pero ese olor a sal lo inundaba todo. Afuera era la noche y había una luna gigantesca y resplandeciente como del tamaño del rostro de mi madre cuando sonríe; las estrellas también brillaban en lo alto, me sentí reconfortada de reconocer a esos otros seres, que a pesar de saberlos tan lejanos, me resultaban familiares.
Entonces sentí nuevamente la fuerza del mar rodeando mi cuerpo. El suyo era un abrazo muy poderoso. No había otro ser de mi especie en la distancia. ¿No? ¿Por qué? ¿Qué es lo que yo era?
Volví a percatarme del sonido del bombo, que segundo a segundo se hacía más intenso... Sentí mucho miedo, cerré los ojos con fuerza y volví a hundirme en el agua; al abrirlos desperté y descubrí el sonido de mi propio corazón pateando como un niño furioso. Afuera el viento silbaba y se estremecía como se estremecía mi corazón. Entonces pude ver a través de la cortina azul de mi cuarto la sombra de los árboles de la calle que se agitaban como látigos de coral o tentáculos de un pulpo enorme. Había un olor distinto pero conocido entre mis cosas.
De pronto escuché otro sonido, algo como un rápido zambullido. Giré la cabeza hacia donde escuché el chasquido y no reconocí el piso de mi cuarto; era como estar en un sitio diferente. En realidad lo que veía era una superficie brillante. Entonces sentí como mi cama empezó a balancearse suave y dulcemente. Me tiré de panza sobre el cochón y entrecerré los ojos para ver mejor lo que se movía bajo esa superficie: ¡eran peces! Peces que nadaban y se zambullían entre mis pantuflas y mis juguetes...
Nati Rigonni